
Hacer pan en casa es más sencillo de lo que parece, siempre y cuando sepas lo que haces. De nada sirve llenarse de harina hasta los codos si no estás siguiendo la receta correcta y, a veces, incluso aunque estemos siguiendo la receta infalible, es posible que no consigamos que nuestro pan no pase de ser una masa blanquecina y pegajosa que en nada se asemeja a lo que pensábamos conseguir.
A lo largo de este artículo te traemos los consejos indispensables para conseguir que tu pan tenga la textura, forma y sabor propia del auténtico pan casero: una hogaza crujiente, sabrosa y de la que sentirte verdaderamente orgulloso.
La harina: el elemento imprescindible
Cualquier panadero te dirá que la harina es el secreto de un buen pan. Esto se debe a que la harina que elijas (sea de trigo, de centeno, de espelta, de maíz o una mezcla de varias o de todas ellas) será lo que defina el pan que vayas a hacer.
Sea del cereal que sea tu harina, siempre es recomendable que la elijas de la mejor calidad y, además, a salvo de luz directa, de humedad excesiva y de olores fuertes que podrían causar un detrimento en la calidad del producto y, por tanto, afectar al pan que realices.
Lo cierto es que, si es la primera vez que vas a hacer pan, lo mejor para que sea sencillo y ganar experiencia a la hora de pasarte a otras modalidades es probar con la harina de trigo, ya que cuenta con una gran cantidad de proteínas, como el gluten, que es el responsable de conseguir que el pan producido con esta harina sea esponjoso. Pero, ¿qué harina de trigo escoger?
Es cierto que existe la harina normal o la de repostería, pero esta última es, por ejemplo, mucho más floja debido a que contiene una menor cantidad de proteínas, por lo que es utilizada para postres y dulces. Nuestra recomendación es que busques harina de trigo especial para panadería o la de fuerza que, como vemos en cuanto.wiki, es la que contiene un 12% de proteína, una cantidad más que suficiente que te garantizará los mejores resultados en tus primeras veces haciendo pan casero.
Amasar es la clave de la mezcla
A la hora de amasar es importante saber que, durante este proceso, lo que estás haciendo es integrar los ingredientes y darles la consistencia y textura que necesitan para poder subir. Como todo, requiere su esfuerzo y también su tiempo, no es algo que se haga en 15 minutos.
El truco infalible para esto es amasar primero todos los ingredientes que sean secos e incorporar después los húmedos. Además, tendrás que tener en cuenta que, una vez amasado, la mesa necesitará reposar unos minutos mientras está tapada con un trapo o paño. Algunas personas prefieren hacerlo a mano, pero lo cierto es que, si dispones de un robot de cocina, nuestro consejo es que lo utilices.
¿Cómo sabrás que la masa está lista? No tendrás dudas, te lo garantizamos. Cuando veas que la masa ya está elástica y cuando ésta tenga un aspecto liso, sin agrietarse al estirarse ni pegarse exageradamente a la encimera o a las manos, sabrás que ya está preparada.
La masa madre es, también, la madre de los trucos
La masa madre es básica para activar el proceso de la fermentación. Además, aporta al pan un sabor único, haciendo que su miga sea mucho más húmeda y su corteza más crujiente.
Proceso de fermentación
Cuanto más lento sea este proceso, mejores resultados obtendremos. De hecho, lo ideal es conseguir que el pan que hagas fermente al menos dos o tres veces, desde 15 minutos hasta varias horas, lo que sea necesario para el tipo de pan que estés haciendo.
Lo bueno de la fermentación es que es un proceso en el cual tú no necesitarás hacer nada, salvo esperar y dejar que las levaduras y las bacterias actúen por ellas mismas.
La temperatura de la cocción
Al inicio será necesario un horno precalentado a unos 220º o 240º, para hacer que el pan reciba el empujón que necesita para tener un mayor volumen y una mejor textura. Después tendrás que ir regulando la temperatura, especialmente si se trata de panes grandes o, de lo contrario, lo único que conseguirás es que se quemen por fuera y se queden crudos por dentro.