Dentro de la vasta región aragonesa, el arte culinario de Zaragoza es el más rico y variado. En sus llanuras tan plácidas encontramos elementos de la cocina navarra y manchega, impregnadas por un carácter original y diáfano en el que muchos de sus platos llevan el apellido de “a la aragonesa”, en clara referencia a la popularidad que goza en toda la Comunidad Autónoma. Desde el ternasco, hasta los típicos Adoquines del Pilar, estos son los exponentes más evidentes del legado gastronómico de Zaragoza.
Pollo al chilindrón
El pollo al chilindrón es un plato típico que reúne las virtudes de la huerta zaragozana con la exquisitez de sus carnes. Además de la cría de ganado vacuno, cerdos y corderos, el pollo es también un elemento de referencia dentro de la gastronomía de la región. Por otra parte, el chilindrón es una salsa muy habitual en las preparaciones culinarias de toda la zona nororiental de España, dando lugar a joyas exquisitas como el cordero al chilindrón, y en este caso, pollo al chilindrón. Reforzado con el sabor del tomate y el pimiento rojo, este plato adquiere un típico color rojo muy llamativo, una cualidad que convida a la degustación de la carne de pollo y verduras suculentas como calabacines y cebollas. El ajo es otro de los ingredientes estrella dentro de este plato, que junto a la carne asada brindan al consumidor una experiencia sin igual.
Guirlache
En materia de repostería, el guirlache es el producto típico de Zaragoza, un dulce elaborado con almendras y caramelo solidificado cuya popularidad ha contagiado a otros territorios de la Comunidad Valenciana y Cataluña. Los orígenes de este plato responden a la herencia árabe de la Península Ibérica, específicamente en el período del medioevo. Etimológicamente, el guirlache es una adaptación de la palabra francesa “grillage”, que significa tostado. En efecto, para su preparación, se funde una porción de azúcar en agua a la que se le adicionan las almendras con un chorrito de miel y zumo de limón. Una vez que la preparación se encuentra fría, estará lista para desquiciar nuestros sentidos. Alternativamente, algunos autores prefieren incluir anís y chocolate fundido para decorar este plato característico de la época navideña zaragozana.
Ternasco de Aragón
El término ternasco en los territorios zaragozanos se emplea para describir al cordero joven, fruto de la rica experiencia ganadera de la región. Aunque habitualmente se consume asado o “mechado”, este manjar sin comparación también puede ser degustado a modo de chilindrón o a la caldereta. En cualquier caso, y según las diversas investigaciones realizadas al respecto, el ternasco es una de las carnes más saludables que existen, con un porciento de grasa sumamente ínfimo en comparación con otras carnes afines. Para prepararlo, se suele emplear patatas en rodajas, acompañadas de ajoaceite, aros de cebolla, sal, albahaca y perejil. Por otra parte, este producto, que cuenta con Indicación Geográfica Protegida, reúne una serie de requisitos en cuanto a edad y peso corporal que lo convierten en orgullo de todos sus habitantes.
Magras con tomate
Aunque hoy en día forma parte del arsenal culinario de Navarra, las magras con tomate, más específicamente las magras con tomate y huevo, son un producto originario de Zaragoza, cuyo origen data del siglo XIX y que generalmente es consumido como desayuno entre los habitantes de la región. En esencia, este plato contiene carne magra de jamón sin tendones ni grasa (de un centímetro de grosor), las cuales se fríen en aceite y se integran al típico sabor de la salsa de tomate previamente sofrita. En algunas ocasiones, es costumbre también adornar el plato con tiras de pimientos rojos. Por otra parte, y como truco adicional, muchos autores recomiendan además elaborar un picatoste con pan, a partir de la grasa extraída de la carne en la sartén. En resumen, un verdadero halago para nuestro paladar.
Sardina rancia
En algunos escenarios, se conoce además como sardina en cubo, y se trata de un plato de sardina común o sardina europea preservada en salazón que forma parte de la intensa historia pesquera de la región zaragozana, como lo afirman además otros productos como el bacalao y las truchas. En cuanto al nombre tan original de este plato, ello responde a una característica propia que tiene que ver con el almacenamiento de las sardinas. Generalmente, este producto se conserva en toneles de madera, donde enrancia rodeado de una considerable capa de sal gorda. Producto de su alteramiento, las sardinas presentan un aspecto típico de color amarillo que contrasta con el resto de los ingredientes utilizados en su preparación como las judías o el tomate. Siendo una tapa habitual en los bares y tabernas de Zaragoza, puede ser empleada además a modo de montadito o ensalada.
Adoquines del pilar
Los orígenes de este dulce se encuentran en la ciudad de Calatayud, en Zaragoza, en los albores del siglo XX. Se trata de una especie de caramelo cuyas dimensiones son por lo general, bastante grandes, capaces incluso de alcanzar los 500 gramos de peso, razón por la cual toma un nombre sin duda, muy peculiar. Aun así, no es difícil encontrarse este dulce en dimensiones variadas, un rasgo a cuya versatilidad se suman además los sabores, ya que los adoquines del Pilar pueden ser degustados con sabor a fresa, naranja, anís o limón. No obstante, la característica más distintiva de este plato es su gran dimensión cultural, pues generalmente, el envoltorio en que se preservan suele contener una imagen de la Virgen del Pilar con un fondo de motivos diversos en colores y formas, además de una típica jota aragonesa que forma parte de la sensación final que produce la degustación de este postre tan delicioso.
Tortas de alma
En Cataluña se les conoce como pastissets, pero en Zaragoza poseen una denominación más llamativa: tortas de alma. Al mismo tiempo, este sabroso postre puede reconocerse como casquetes, y consiste en unas empanadillas de masa no fermentada que presentan un aspecto semicircular de 5 cm de ancho por 10 de largo. Durante su elaboración, las tortas de alma pueden rellenarse de cabello de ángel, y ocasionalmente, mermelada de calabaza. Para la masa se emplea harina de trigo, anís, huevo, aceite y moscatel (en algunas regiones, este último ingrediente se sustituye por mistela). También se conoce que pueden contener requesón o boniato en su interior. No obstante, y de cualquier manera, esta delicia en toda regla es un postre muy apreciado en la región zaragozana, al igual que el guirlache, las cocas o el lanzón de San Jorge.