Como un destello eterno al sur de la península ibérica, la región de Almería funge como estandarte de una cultura culinaria entre lo sencillo y lo diverso. Desde los productos que gentilmente regala la costa almeriense hasta las bondades extraídas de la huerta, no son pocos los platos y preparaciones típicas de esta región en los que el visitante puede encontrar una confabulación secreta, una amalgama de sabores y costumbres heredadas que atrapan al instante. Aquí podrás encontrar los ejemplos más originales de la cocina almeriense.
Patatas en ajopollo
Recogidas en su libro “Viaje por la cocina española”, Luis Antonio de Vega describe las patatas en ajopollo como un plato exquisito, típicamente almeriense y consistente en una preparación de patatas con una salsa de ajopollo o alioli. En el caso de las patatas, estas se cortan en dados de dos a tres centímetros aproximadamente y se fríen en aceite junto a una mezcla de perejil, pimienta, azafrán y laurel. Seguidamente, la preparación se engalana con una salsa de aceite de oliva, almendras fritas, ajo majado y pan frito remojado en vinagre. Efectivamente, la preparación anterior se conoce como ajopollo, y en esencia, es muy similar al ajoblanco, excepto que se sirve de forma caliente y se suele utilizar como aderezo para las comidas. Pero eso no es todo, pues además, las patatas en ajopollo también se hacen acompañar de huevos escalfados, todo un manjar listo para agradar los paladares más exigentes.
Zarzuela de mariscos
El privilegiado municipio de Adra, al sureste del territorio almeriense, es un templo discreto y apartado en el que predomina la cocina del mar. En el caso de la zarzuela de mariscos, se trata de una receta ancestral que, junto al pulpo seco, las talvinas o lo gurullos con bogavante, constituye una delicia irresistible compuesta de todo un abanico de pescados y mariscos. Como estofado al fin, la zarzuela de mariscos, conocida en algunos espacios como la bullabesa española, emplea productos recién capturados por los pescadores, los cuales se cocinan a fuego lento en su propio jugo, y se acompañan, una vez servidos, por una salsa nogada elaborada con frutos secos, pan frito en aceite de oliva y caldo. Generalmente, la composición de mariscos y pescados que integra este plato, varía en dependencia de la época del año, pero en cualquier caso, se trata de una delicia sublime y muy original.
Caldo de pimentón
Irse de tapas por la región almeriense puede convertirse en un grato placer, idóneo para conocer nuevas amistades al calor de una bebida, o una tapa exclusiva de la zona como puede ser el caldo de pimentón. Conocido con otros nombres como caldo colorao o gachas en caldo de pimentón, este plato tan tradicional consiste en una sopa caliente de pescado con patatas y pimientos. En cuanto al pescado, este puede tratarse de sardinas o boquerón, mientras que para las patatas, se utilizan preferiblemente cocidas en salmuera, cuyo punto de cocción final se ve coronado con los pimientos y el pescado en cuestión. En algunos bares y establecimientos de restauración, el caldo de pimentón también se ve enriquecido por un aliño de ajo, pimentón y cominos majados con aceite de oliva, algo que sin duda, dejará un buen sabor en nuestro recuerdo.
Chérigan
Resulta curioso el hecho de que, en los bares de tapas y establecimientos gastronómicos de Almería, las tapas y aperitivos se sirven de manera gratuita, como mero acompañamiento de la bebida. Al mismo tiempo, el consumidor puede elegir libremente el plato que desea consumir, y más sorprendente aún, no existen límites en el número de variedades por cada ronda. Precisamente, una de las tapas más predilectas de toda la región, es el chérigan o chérica, como también se le conoce. Este aperitivo puede ser descrito como una rebanada de pan cortada en forma de ángulo (al bies), que una vez tostada se impregna con una salsa de alioli o simplemente con tomate, para luego rematar con un ingrediente en particular, como puede ser queso, jamón serrano, huevos de codorniz, tortilla, jamón cocido, caballa o atún. Evidentemente, la exquisitez de este plato está fuera de toda duda.
Gurullos
En el municipio almeriense de Nijar, los gurullos son un verdadero triunfo de la cocina casera y el sabor más arraigado. Concebido con productos locales de la huerta, este plato de gusto exquisito se compone de una pasta o masa de sémola de trigo duro, azafrán y agua. Generalmente, los gurullos alcanzan un centímetro de longitud, y aunque suele ser un elemento constante en las recetas almerienses, también lo han adoptado otras regiones como Granada, Jaén y Murcia. Quizás, el ejemplo más fidedigno de la gastronomía nijareña en este sentido sean las perdices con gurullos, un plato que nos remonta al legado cultural de la dominación musulmana. Una vez confeccionada la masa, se deja reposar y se adereza con un caldo de pimientos rojos, pudiendo incorporarse a otras comidas como la carne de conejo, de liebre, e incluso, los caracoles. En muchas ocasiones, los gurullos son un sustituto excelente del arroz.
Potaje de vigilia
La Cuaresma almeriense ha estado acicalada desde tiempos inmemorables por el potaje de vigilia, un punto de encuentro entre la religión y la cultura gastronómica de la región. Protagonizado por el bacalao en salazón, este plato también incluye garbanzos o judía blanca, cebolla, aceite, ajo, espinacas, pimentón y huevo duro. Para potenciar el sabor del potaje, se suele almacenar el bacalao en remojo durante todo un día, tras lo cual se cuecen todos los ingredientes en un recipiente o cazuela de hierro. Lo más importante, según el consenso de quienes dominan esta receta, reside en verter el bacalao y la espinaca en el momento justo que los garbanzos hierven. A la exquisitez de este plato tan maravilloso, se suma además el huevo duro picado y las hojas de perejil, lo que le otorga un sabor final acertado y digno de cualquier paladar.
Leche frita
Junto a las tortas de aceite, los roscos de vino o anís, o tal vez los nochebuenos, la leche frita es uno de los dulces que copan las pastelerías almerienses durante la Semana Santa. El origen de este plato permanece un tanto indeterminado, aunque sí se conoce que, desde sus inicios, consistió en una masa resultante de harina, leche y azúcar, cocida al calor del fuego. Una vez que ha espesado, se procede a cortar o separar la masa en pequeñas porciones cuadradas (de 1 a 2 centímetros de grosor) que se fríen en aceite de oliva. Para servir, la leche frita se espolvorea con canela en polvo y azúcar glas. Opcionalmente, y en dependencia del lugar donde se elabore, esta receta también puede incluir canela en rama o cáscara de limón. En resumen, la leche frita es un deleite sin igual al paladar, uno que muchas personas pueden degustar además con una ración de cacao en polvo.
Olla de trigo
Como parte de la herencia andaluza, la gastronomía almeriense tiene como uno de sus principales exponentes a la olla de trigo, comúnmente conocida también como olla de trigo con hinojos. En especial, esta preparación forma parte de los tesoros mejor resguardados del municipio de Las Tres Villas, junto con el ajo coloaro, las migas o las tortas de panizo. Además, se trata de un plato que consta de trigo, carnes variadas, garbanzos y una porción de hinojos salvajes que le aporta un aroma sin duda muy distinguida. Tradicionalmente, la olla de trigo, que al ser habitual cada 17 de enero (día del santo Antonio Abad) recibe también el nombre de Olla de San Antonio, forma parte de la temporada invernal almeriense, pudiendo enriquecerse con otros ingredientes como morcilla, calabazas, patatas, cerdo en salazón o cebolla frita. Evidentemente, una exquisitez.