El tesoro gastronómico de Cuenca no puede ser otra cosa que auténtico. Su exquisito clima y su geografía tan variada, dan a lugar una tradición culinaria sin duda muy rica en sabores y formas, apoyada en las carnes de caza, la exquisita Miel de la Alcarria, el queso manchego, y por supuesto, un producto prácticamente indisoluble con la región como lo es el ajo. Estos son los platos conquenses más representativos.
Ajoarriero
En el pasado, los incansables arrieros se encargaron de dar vida a esta receta tan exquisita, una que aún hoy conserva su predilección entre los habitantes conquenses. Se cree que los comerciantes y posaderos de la región utilizaban el ajo para conservar los alimentos, pero en poco tiempo, la mezcla tan deliciosa de huevo, aceite, patatas y ajo, dio lugar a una especie de pasta o “paté” capaz de ensalzar el sabor de algunos platos representativos como el bacalao al ajoarriero, calabacines rellenos de ajoarriero, canelones, o mariscos (ajoarriero con langosta). Del mismo modo, este puré suele consumirse a modo de tapa con tostas y un buen vino. Sin duda, toda una delicia.
Morteruelo
Pan rallado, especies y jamón, son algunos de los ingredientes esenciales dentro de esta receta tan exclusiva, aunque su protagonista principal es el hígado de cerdo. Combinado además con otras aves de caza menor como la codorniz, la perdiz o la liebre, el morteruelo es uno de esos platos que no podríamos dejar de probar a nuestro paso por Cuenca. Para prepararlo, los locales cuecen en una olla todos los ingredientes, para luego triturarlos en un mortero (de ahí el nombre de morteruelo). En conclusión, una pasta capaz de seducir nuestro paladar del modo más auténtico posible. Además, este plato, que data del siglo XI (los habitantes de Cuenca lo almacenaban bajo la nieve para utilizarlo a lo largo del invierno), puede ser preparado de formas muy diversas, por lo que nunca probaremos la misma receta dos veces.
Zarajos
Cualquier restaurante o bar de Cuenca es un estandarte perenne a los tan tradicionales como deliciosos zarajos. Este plato suele considerarse como un aperitivo muy frecuente durante los recesos laborales, o incluso como una tapa testigo de incontables reuniones entre amigos y familiares. Por otro lado, aunque se considera un alimento de gusto adquirido, no es difícil familiarizarse con el aspecto y el sabor de unos buenos zarajos, elaborados con intestinos de cordero lechal previamente marinado, y fritos luego con su propio jugo en aceite de oliva, o bien asados al horno. Generalmente, los zarajos se sirven calientes y con rodajas de limón para potenciar un sabor característico y capaz de complacer al paladar más exigente.
Migas manchegas
Aunque se considera oriundo de la región de la Mancha, las migas o ruleras se han diseminado a lo largo de toda la zona, traspasando incluso las fronteras de esta comunidad autónoma, y es que, sin lugar a dudas, se trata de un plato que no sólo destaca por su capacidad para deleitar nuestros sentidos, sino que muchos habitantes locales recurren a él para reponer las fuerzas a lo largo del día. ¿Cómo se prepara? Pues muy sencillo, lleva pan duro en remojo, tocino, harina, aceite de oliva, ajo y longaniza, aunque algunas versiones incluyen chorizo, mientras otras emplean pimentón. Una vez que se mezcla el pan con la harina, se colocan bajo el fuego lento con el ajo y las porciones de cerdo. En conclusión, un plato único y agradable que nos hará recordar a Cuenca con melancolía. Para probarlo, nada como el Hostal Restaurante La Noguera de Palomera.
Gachas manchegas
En algunas ciudades de Cuenca, existe una vieja costumbre de no comer gachas cuando ha fallecido algún familiar o vecino cercano. La explicación detrás de este hecho, es que se cree que la persona en cuestión mete el dedo en el puchero el día de su muerte. Pero más allá de la superstición, lo cierto es que las gachas manchegas son todo un lujo de la cocina conquense, y su composición de harina tostada, cocida en agua y acompañada con ajos, aceite, sal, pimentón y panceta de cerdo, suponen todo un lujo para quien tiene el privilegio de probarlas. Si en su origen, las gachas eran un alimento para la clase humilde del campo, hoy en día se trata de un símbolo autóctono de la región, muchas veces celebrada en algunos festivales locales como Alcázar de San Juan (donde cuentan con su propio concurso de preparación) o los carnavales.
Alajú
El alajú es un postre oriundo de la región Castilla-La Mancha, aunque comparte también su origen con las zonas limítrofes de Valencia. Etimológicamente, este plato proviene de la lengua árabe, específicamente del vocablo al-hasú, que puede traducirse como relleno. En efecto, el alajú se preparar generalmente a partir de una base de almendras, especia fina, pan tostado y rallado, miel de la Alcarrria y obleas. Algunas preparaciones incluyen piñones o nueces y almendras. Pero si con tan solo leer estos ingredientes se te hace la boca agua, no se puede comparar con la experiencia de degustar una deliciosa ración de alajú. Alternativamente, algunos restaurantes de Cuenca, ofrecen además lo que se conoce como miel royo, una especia de turrón muy similar a la receta original de alajú, pero sin pan rallado.
Gazpachos manchegos
Su origen se ubica en los habitantes pastoriles de la región manchega, aunque hoy en día el sentido de este plato ha trascendido hasta convertirse en todo un símbolo cultural y culinario. En esencia, los gazpachos o Galianos es un guiso caldoso a base de carnes de caza menor como la liebre, el pollo, el conejo o la perdiz. En dependencia de la zona, este plato también puede acompañarse con cardo, níscalos, chopos y otras setas, lo que sin duda le brinda un sabor original y apetitoso. Como curiosidad, cabe destacar que los gazpachos son mencionados en la célebre novela del Quijote, y en algunos escenarios, suele servirse dentro de una torta de pan ácimo sin levadura, utilizando además trozos del mismo pan para consumirlo. Una vez degustado los gazpachos, se suele enrollar la corteza de pan con algo de miel para consumir como postre. ¿A qué suena irresistible?
Cordero lechal
Cualquier conocedor o entusiasta de la carne de cordero puede afirmar que la mejor raza de este tipo de ganado se encuentra en Cuenca. Por lo tanto, no es extraño suponer que el lechazo azado sea uno de los platos más solicitados y favorecidos de la región conquense. Para este tipo de preparación, suele emplearse un cordero aún sin destetar, que no haya sobrepasado los 30 días de nacimiento. Al mismo tiempo, la preparación original de esta receta requiere de un horno de ladrillos o adobe, con la intención de retener el calor y asar la carne de manera más suave. En otras palabras, un pedazo de cielo que los visitantes de Cuenca nunca se privan de degustar, y como ventaja adicional, se trata de un plato que podremos encontrar en la gran mayoría de los restaurantes de la región.