Entre el aroma de los platos extremeños y castellanos, la región de Salamanca despunta en cualquier ruta gastronómica por España como un lugar digno de cualquiera que aprecie el buen comer y el gusto por las tradiciones culinarias más arraigadas. Tierra vitivinícola por excelencia, privilegiada además por una intensa industria ganadera, en Salamanca no es difícil encontrar un nicho de placer para el paladar, como bien lo demuestran los siguientes platos típicos de esta región.
Chanfaina
La chanfaina guarda un origen humilde, pues los campesinos debían ingeniárselas con las partes sobrantes o menos importantes de la matanza de cerdo, y asistidos por la necesidad, decidieron crear una especie de paella en la que incluyeron sangre cocida, patas de cerdo, orejas, cebolla, laurel y guindilla. Al mismo tiempo, la chanfaina comprende arroz, fideos, habas, legumbres, y ocasionalmente, patatas. En su versión salmantina, este plato se caracteriza por la presencia de arroz, pimientos y un huevo duro picado, una versión muy tradicional que difiere de las realizadas en otras regiones españolas como Extremadura, Elche, Palencia o León. El sabor agradable, y al mismo tiempo intenso de la chanfaina es algo que nuestro paladar agradece una vez que hemos degustado el primer bocado.
Hornazo
Dispersado por varias regiones españolas, el hornazo es un culto al sabor en toda su extensión, una empanada o masa de pan engrasado que se rellena con elementos típicos de chacinería, procedentes de la matanza de cerdo tan habitual en Salamanca. De esta manera, el lomo, el jamón o el chorizo, son elementos imprescindibles para realizar un exquisito hornazo salmantino (marca de garantía), aunque también se emplea ocasionalmente un huevo duro como relleno, especialmente durante las celebraciones salmantinas del Domingo de Resurrección y el Lunes de Pascua. La tradición anterior data del año 1543, durante el reinado de Felipe II, un dato que nos brinda la idea de lo especial y enraizado que es este dulce para la región, aunque algunos autores afirman que su origen podría ser mucho más antiguo. En la localidad de Cepeda, el hornazo es particularmente dulce, lo que ofrece un contraste muy grato de sabores.
Farinato
En Ciudad Rodrigo, estos embutidos son los reyes de cualquier restaurante o bar de tapas (de hecho, a los habitantes de la zona se les conoce cariñosamente como “farinatos”). Preparado a base de manteca de cerdo, cebolla, pimentón, anís, sal y migas de pan, este plato frito y acompañado con huevos revueltos o panceta se vuelve todo un capricho. Su nombre tan peculiar hace gala realmente de la exclusividad que podemos encontrar en su sabor, y aunque en el pasado se consideraba despectivamente como “chorizo del pobre”, hoy en día, quien logra llevarse a la boca una porción de este manjar puede sentirse poco más que afortunado. Su manufactura emplea tripas naturales que le dan un aspecto característico en forma de herradura, aunque en su color rojo naranja es donde encontramos el primer rasgo seductor. Para degustarlo, nada como hacerse acompañar por una rebanada de pan y un huevo de codorniz frito.
Rosquillas de Ledesma
La popularidad de estas rosquillas, nacidas precisamente en la localidad de Ledesma, hacen que, hoy en día, su consumo sea una práctica habitual de cualquier salmantino. A primera vista, este postre típico de la región presenta una forma familiar de rosquilla, aunque muy pronto se evidencia la huella artesanal de sus productores, puesto que se trata de un plato muy tradicional y más que exquisito para los paladares exigentes. Generalmente, las rosquillas de Ledesma no superan los dos centímetros de diámetro, un espacio en el que comparten protagonismo algunos ingredientes como el huevo, el azúcar, la harina y la manteca. Para preparar este dulce, debe concebirse una masa característica que deviene en rosquilla, tras lo cual se procede a hornear y se degustan finalmente como un postre excelente para las tardes de verano, o quizás a modo de merienda durante un paseo por la siempre cautivante ciudad de Salamanca.
Bollo maimón
Etimológicamente, la palabra maimón deriva del árabe maímun, que significa feliz, y en efecto, llevarse a la boca este dulce, es una experiencia repleta de buenas sensaciones. Descrito por primera vez a comienzos del siglo XVII, los autores lo definen como una masa de mazapán cilíndrica con forma de rosca que puede alcanzar diferentes tamaños. Así, la altura más habitual del bollo maimón es de 20 centímetros, y en cuanto a sus variantes, puede ser realizado en forma de trenza, o tal vez, relleno con conservas. Para los salmantinos, este dulce es una especie de símbolo eterno en las fiestas y celebraciones familiares. De hecho, en algunas regiones se le conoce como “rosco de bodas” o “dulce de esponsales”, ya que se encuentra asociado a las celebraciones nupciales, donde además es una costumbre danzar a su alrededor. Curioso, ¿Cierto?
Picadillo de Tejares
A orillas del río Tormes, la ciudad de Tejares, popular por servir de escenario a la célebre novela española del Lazarillo de Tormes, también es motivo de orgullo en el ámbito culinario, pues el picadillo de Tejares, un plato típico de esta zona, y por extensión, de toda Salamanca, es una receta tan sabrosa como antigua. Compartiendo protagonismo con la chanfaina, el picadillo de Tejares ha sido una tapa de toda la vida en los bares salmantinos. Para prepararla, basta con echar a la sartén una porción de ajos, cebolla, pimiento y guindilla, a la que le incorporamos carne de cerdo y ternera, una pizca de pimentón, nuez moscada, caldo y vino blanco. Para finalizar, es costumbre enriquecer la preparación con un macerado de ajo y pan frito, además de adicionar piñones y huevos.
Limón serrano
En sus orígenes también se le llamó como ensalada hurdana, aunque la forma de preparación de este plato tan sabroso e intenso, poco ha variado. Considerada una receta pastoril, el limón serrano guarda tras sus ingredientes un choque de sabores muy delicioso, ya que se prepara generalmente con chorizos, fiambres, naranja, limón, huevo y especias. De manera habitual, esta ensalada tan peculiar se sirve de manera fría, y algunas variantes pueden incorporar además cabrito asado. Como motivo de desayuno, el limón serrano representa un capricho irresistible, especialmente en algunas regiones como la Sierra de Béjar y en algunas fechas como el jueves santo. Algunas fuentes sostienen que se trata de un plato típicamente sefardí, y actualmente, es una costumbre degustar esta ensalada en los bares de tapa, acompañado de un refinado vermú.
Patatas meneás
Las patatas meneás, conocida en otros ámbitos como patatas revolconas, se trata de un plato muy propio de la región salmantina, y aunque su preparación es bastante sencilla y rápida, su sabor en cambio es toda una experiencia gastronómica frecuentemente servida en los restaurantes y tabernas de la región. A modo de tapa, o como exquisito entrante, las patatas meneás surgieron en un ambiente pastoril alrededor del siglo XIX, donde se utilizaba la abundancia de la patata para mitigar el hambre y la escasez de la época. En efecto, la magia de este plato no radica en la simpleza de sus ingredientes, sino en la combinación que se logra hacer de ellos. El poder del pimentón, el sabor incondicional del ajo, mezclado junto con las patatas y productos cárnicos de la matanza de cerdo, forman un todo sumamente exquisito e irresistible de probar. Para servir, se crea una base de puré de patatas y se la corona con una ración de torreznos fritos incrustados en el centro.